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Repartidores del sector delivery: ¿quiénes son y cómo es su día a día?

Imagen: Rappi  -2021

El panorama generado con relación al desempleo en el país, a partir de la pandemia, impulsa la recursividad de las heroínas colombianas. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la tasa de desempleo en junio de 2021 fue de 14,4%, una reducción significativa frente al 19,8% registrado en el mismo mes del 2020, año en el que el país fue uno de los líderes en el sector delivery de la Región, según Euromonitor Internacional. En efecto, confirma esta última fuente, que dicho sector en 2020 creció 27 pps su participación en Colombia, con respecto a 2019.

Si bien la pandemia, generada por el COVID-19, golpeó las economías mundiales y generó cierres de empresas y despidos, también abrió las puertas a otro tipo de dinámica social, empresarial e inclusive de nuevos emprendimientos. En estos nuevos horizontes de oportunidades de desarrollo y crecimiento constan las plataformas de delivery como lo es el caso del emprendimiento colombiano Rappi.

¿Quiénes están detrás del casco y la mochila naranja?

Los repartidores son personas que proveen servicios como trabajadores independientes en el tiempo, modo y lugar que ellos acuerden. En ese sentido, las plataformas son una alternativa concreta y efectiva para generar oportunidades de ingreso para las personas, con barreras mínimas de entrada y de salida, acomodándose a las preferencias y circunstancias particulares de manera sumamente práctica y eficiente.

Cada repartidor vive una experiencia distinta. Hay perfiles muy diferenciados como: mujeres que son cabeza de hogar, jóvenes universitarios, profesionales, jubilados, extranjeros, es decir, un universo de personas que buscan un trabajo digno, distribuir su tiempo y conectarse cuando lo necesitan.

Es por esta razón que cobra cada vez más valor la resiliencia de los latinos, específicamente de los colombianos, quienes ante situaciones adversas son ellos los encargados de elevar sus proyecciones personales y económicas, buscando alternativas que los convierten en ejemplos de vida:

Eneida Mendoza

Bicicleta, tecnología y domicilios: poder femenil.

Subirse a una bici es cautivador para Eneida, al ser una mujer vinculada a la actividad física, convencida de ello como alimento para el cuerpo, y qué mejor forma de hacerlo que con el propósito de trabajar por su sueño más preciado: ser una bailarina de samba, sueño materializado, pues es el género musical que ha logrado profesionalizar.

Además, le encanta bailar merengue, bachata, salsa, entre otros, y es que en sus propias palabras: “yo no puedo escuchar música porque mis pies quieren salir a bailar”.

Ser domiciliaria le permite tener autonomía porque elige el mejor horario laboral para coordinar sus shows de baile, ser animadora de fiestas infantiles y recreación. Esta autonomía es uno de los valores que Eneida busca proyectar e incentivar en las mujeres, de hecho, fue ella quien motivó a su pareja a comenzar a trabajar como domiciliario.

Conoció al amor de su vida en el medio artístico, pero no solamente comparte el gusto por el arte, los dos trabajan juntos a donde sea que vayan. Él, quien también es rappitendero, se enorgullece del “empuje” de su pareja, una mujer que no encasilla esta labor como netamente varonil, sirviendo de ejemplo a cientos de ellas, con la firme convicción de derribar paradigmas de los cuales aún no se ha librado la sociedad.

“Cuando nos conocimos ella era bailarina y yo músico, y considero que el hecho de compartir los gustos con la pareja, en este caso, los gustos artísticos, es una combinación perfecta, y en lo que respecta al delivery, ella es un apoyo para mí”, asegura José Daniel Jiménez Rodríguez, su esposo.

Eneida invita a otras mujeres a sumarse al mundo domiciliario porque, al contrario de lo que muchos creen, esto no hará que las personas dejen sus pasiones, al contrario, ayuda a materializarlas.

José Luis Soler

Evolución de la Inclusión 

Si se habla de talento local y promotor de inclusión, resulta infaltable hablar de José Luis Soler, colombiano de 26 años con discapacidad auditiva, condición que no ha sido una limitante para trabajar. José vive con su esposa en Madrid, Cundinamarca, quien manifiesta lo cuidadoso, dispuesto, colaborador y amoroso que es con ella.

Por referencia de un amigo con la misma discapacidad, y a razón de la pandemia, decidió mejorar su calidad de vida y la decisión que tomó para ello, fue unirse a la comunidad de rappitenderos con todos los protocolos de bioseguridad.

“Mi esposa me impulsa, la idea es que ella no sea la única responsable del hogar, sino colaborarle yo también”, comenta José.

Ha sido un reto el contacto con los usuarios, pero nunca una limitante para él; la escritura es su mejor aliado para comunicarse con las personas que reciben domicilios de su parte.

Resalta una anécdota que lo llena de esperanza: encontrarse detrás de una puerta con unos usuarios hablantes que se comunicaron con él a través de señas, lo que demuestra, según sus propias palabras, “la tendencia que se está generando en el país por incluirnos”.

Agradece tanto a las personas oyentes como a quienes tienen discapacidades, por las oportunidades que les brindan a ellos. Invita, además, a la comunidad sorda a ingresar a este tipo de plataformas y, por su puesto, hace un llamado a los colombianos en cualquier tipo de condición social, económica, de salud y educativa, a promover iniciativas de inclusión.

Sandra Milena Pérez

Dignificación de vida.

Sandra es colombiana, nació en Armenia y vive en Envigado con su pareja Claudia Maldonado de 44 años, quien asegura que Sandra lo es todo para ella, la visualiza como una mujer trabajadora y emprendedora.

Las plataformas digitales como Rappi, en su caso, le permiten a Sandra costearse su universidad y, gracias a su esfuerzo y deseo de ser profesional, cursa séptimo semestre de Administración de Empresas en la Universidad Católica Luis Amigó, bajo la modalidad semipresencial.

En sus propias palabras, esta quindiana de 38 años, comenta: “las plataformas digitales me han ayudado a salir adelante, sin estas no podría costearme la universidad ni terminar de pagar mi vehículo: mi moto”.

Sandra trabaja para una compañía española de call center, trabajo que alterna con los domiciliados. Considera que su visión profesional trasciende a lo personal por sus amplias posibilidades de relacionarse, viajar y conocer. Su meta es terminar la carrera que cursa y trabajar en una empresa grande e innovadora para continuar enriqueciendo el mundo de los conocimientos.

Estas son apenas tres de millones de historias ocultas en nuestro país de personas que dignifican su calidad de vida a través del trabajo en condiciones que les dan la facultad de costearse sus sueños, pasiones, y sustento diario. 

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